Pobladores cordobeses pasean, no exentos de la incertidumbre que se respira en la ciudad antaño califal.
El Califato Omeya de Córdoba ha sido oficialmente abolido. No obstante, esto no es ninguna sorpresa para nadie, ya que la nueva taifa cordobesa se suma a las más de veinte que componen el panorama de la península. Estas taifas - pequeños reinos - son dirigidas por distintas dinastías, en el caso cordobés será la familia Banu Chahwar.
Estos cambios, que se vienen dando desde 1009, han causado polémica entre la población. Muchos habitantes reconocen como insostenible la situación bajo el califato y ven la disgregación como un hecho inevitable, debido a la inestabilidad en la cabeza dirigente y la excesiva carga fiscal provocada por los costes bélicos derivados de la necesidad de hacer frente a los enemigos cristianos.
Sin embargo, muchos otros son conscientes de la debilidad ante la que se exponen las taifas. En palabras de un mercader cordobés, de la ayan: “ahora territorios que antes colaboraban se enfrentan entre sí, nadie piensa en el enemigo infiel, que acecha más allá de las taifas”. De hecho, la realidad parece apuntar hacia la supremacía de las taifas más poderosas sobre aquellas más débiles, sometiéndolas al pago de tributos. “Esto con Abd al-Rahman no pasaba”, apunta un anciano indignado con la situación de Al-Ándalus, en referencia al líder omeya que convirtió el emirato en Califato. Junto con este hombre, muchos otros anhelan la llegada de una nueva dinastía que pueda unificar a la población musulmana… ¿sería esto posible? ¿la fragmentación llevará al fin de la presencia de Alá en la península?
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