Los hechos
La conquista de Cuenca por las tropas cristianas tuvo lugar en 1177 y pasó a formar parte del Reino de Castilla. En el Tratado de Cazola de 1179, el rey aragonés Alfonso II y el castellano Alfonso VIII acordaron esta delimitación de las fronteras entre ambos reinos. En los años posteriores se conformó la posterior configuración de la ciudad, trasladándose musulmanes y judíos a zonas concretas. Del mismo modo, en torno a 1189 los conquenses recibieron su fuero, una compilación de usos y prácticas distribuida en 48 capítulos.
La leyenda
Los rebaños de la ciudad de Cuenca se llevaban al pasto en régimen comunal. De los tres pastores que los guardaban, uno se llamaba Martín Alhaja, y profesaba la religión cristiana en secreto. Un día al volver se le apareció la Santísima Virgen, que le indicó que él debía ser quien ayudara a los cristianos a conquistar la ciudad. Poco después Alfonso VIII puso cerco a la ciudad. Martín Alhaja se presenta ante los caballeros cristianos y les cuenta sus intenciones. Éstos, tras cerciorarse de su veracidad, planean la manera de penetrar la inexpugnable ciudad. Martín Alhaja les explica que suele entrar al anochecer por la puerta del Aljaraz, en la que el guardián de las llaves es un ciego. Tiene la costumbre este portero de entreabrir la puerta y contar las ovejas palpándolas.
Con esta información, los caballeros despellejan algunas ovejas, con cuyas pieles se cubrirán. Caída la noche, se dirige el rebaño guiado por Martín Alhaja hacia la puerta de la ciudad; dada la consigna, el guardián de las llaves abre con la precauciones de siempre. Entre las ovejas se cuelan algunos cristianos con las pieles puestas sobre la espalda, y el ciego, al palpar, no encuentra nada anormal. Apenas pasado el control del portero, se lanzan sobre los soldados desprevenidos en el cuerpo del guardia, matan a los centinelas de las almenas y al portero, y lanzan el grito de victoria, para que los cristianos apostados en la otra orilla del río acudan al asalto. Toda la noche se suceden los combates por las calles, y a las cinco de la mañana, el Arráez moro se rinde y entrega las llaves de la ciudad.
¿Mito o realidad?
En muchas ocasiones la realidad histórica se enturbia con otros relatos, en muchos casos asociados con la religión y la superstición. Sin embargo, las leyendas no surgen de la nada, en el origen hubo una parte de realidad, pero resulta realmente difícil separar el hecho real de la ficción... ¿te atreverías a imaginar cómo se formó la leyenda?
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